La insoportable hipocresía de Rafael Correa

 OPINIÓN

Rafael Correa se ha atrevido a condenar la irrupción de las fuerzas de seguridad ecuatorianas en la Embajada de México para detener a un prófugo de la justicia. Según el expresidente, esta acción constituye un acto "abusivo" por parte del gobierno de Daniel Noboa que viola los convenios internacionales. ¿En serio? Permítanme reírme un poco antes de continuar.

La hipocresía de Correa es tan monumental que raya en lo absurdo. ¿Acaso se le olvidó su propia y vergonzosa expulsión de  embajadores en su gestión? En ese entonces, el mandatario declaró persona non grata a la diplomática sin mayor justificación que sus ansias de imponer su autoritarismo sobre cualquier voz disidente.

Correa tuvo el descaro de acusarles de hacer "comentarios inaceptables" y hasta de espionaje sobre su gobierno, como si en su delirante revolución bolivariana hubiera algún espacio para la crítica. Los diplomaticos simplemente fueron víctimas de la intolerancia y el abuso de poder que caracterizó al régimen correísta.

Pero esa no fue la única afrenta diplomática del expresidente. En sus 10 años de gobierno, Correa también expulsó a no menos de cuatro diplomáticos extranjeros, incluyendo al embajador de Estados Unidos, un funcionario del Banco Mundial.

Lo cierto es que Correa y su séquito no tienen la más mínima autoridad moral para criticar al gobierno actual. Durante una década, ellos mismos gobernaron como la peor caricatura de la izquierda radical, violando sistemáticamente los convenios internacionales, persiguiendo opositores y aplastando libertades a su antojo.

La hipocresía continúa cuando Correa acusa a Noboa de subir impuestos como "la derecha". ¿Se le olvidó tan rápido su propia voracidad recaudadora? Los ecuatorianos aún recuerdan con amargura cómo les metió la mano en el bolsillo para financiar su despilfarro populista.

Las acusaciones de Correa son una burla, una gran mentira que pretende negar su propio legado autoritario y corrupto. El pueblo ecuatoriano no debería volver a caer en sus engaños y dejar de lado de una vez por todas el nefasto "correísmo" y su insoportable hipocresía.

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