El enigma de Susan Foreman y la contradicción de la esterilidad en los Time Lords
Ficción
La fractura ontológica del linaje del Doctor: infertilidad, regeneración y la paradoja de Susan
El universo de Doctor Who ha sido, desde sus inicios, una estructura narrativa expansiva y elástica, capaz de adaptarse y transformarse según las necesidades creativas de cada época. Sin embargo, en su intento por enriquecer la mitología del Doctor y añadir capas de complejidad sobre su origen, su biología y su conexión con Gallifrey, el canon reciente —en especial el desarrollado entre la era de Chris Chibnall y la temporada más reciente de 2025— ha introducido fisuras narrativas que afectan no solo la continuidad de los eventos, sino la lógica ontológica de personajes clave como Susan Foreman. En este análisis quiero detenerme a examinar, sin fragmentar el discurso en compartimentos técnicos, una de esas fracturas cruciales: la aparente infertilidad genética de los Time Lords tras la conversión artificial de su especie y cómo esto contradice, o al menos pone en jaque, la existencia misma de Susan como nieta biológica del Doctor. Para ello, no basta con acudir al texto explícito de los episodios: es necesario reordenar, recomponer y rastrear cuidadosamente la línea de regeneraciones y el estado de la especie en cada punto, especialmente en el periodo que va desde el Fugitive Doctor hasta el Primer Doctor, pasando por la era del Timeless Child y los eventos de Trenzalore.
El problema genético de los Time Lords y la herida en la continuidad biológica del Doctor
Uno de los giros más disruptivos del canon reciente es la revelación de que los Time Lords, como raza, no evolucionaron de forma natural, sino que fueron el resultado de una manipulación genética basada en la biología de una criatura encontrada por Tecteun, una científica exploradora que descubre a una niña con la capacidad innata de regenerarse: el "Niño Atemporal". Al incorporar esta biología en los habitantes originales de Gallifrey, Tecteun no solo crea una casta dominante con control sobre el tiempo, sino que sella una alteración esencial que, en las temporadas recientes, se revela como origen de un efecto colateral inquietante: la infertilidad de los Time Lords. Esta infertilidad no es presentada en términos absolutos, sino como una consecuencia de la “explosión genética” sufrida por la especie al momento de convertirse artificialmente en Time Lords —una transformación que parece afectar su capacidad de reproducción biológica en sentido clásico.
La declaración de que los Time Lords no pueden tener hijos, aunque no ha sido abordada con frontalidad por todos los showrunners, se infiere tanto en los silencios de la serie como en algunos diálogos recientes. No se observan descendencias biológicas directas entre Time Lords en épocas modernas; la regeneración ha desplazado a la procreación como el mecanismo esencial de continuidad individual. Y sin embargo, ahí está Susan. Presentada como la nieta del Doctor en los primeros episodios de 1963, Susan Foreman no es un símbolo ni una adopción: es su nieta. Su existencia plantea una paradoja insalvable si se sostiene el nuevo canon que describe a los Time Lords como infértiles desde su creación. Para que Susan exista, el Doctor debió haber engendrado, en algún punto previo a su huida de Gallifrey, al menos una hija o hijo. Y ese evento implica necesariamente que, en ese momento, no era infértil.
Ahora bien, los defensores de la continuidad podrían argumentar que el Doctor, como Timeless Child, podría haber tenido biología ligeramente distinta del resto de los Time Lords, quizás más cercana al patrón original y, por lo tanto, fértil. Pero esta conjetura no se sostiene en el tratamiento narrativo: se ha dejado claro que el Doctor ignora gran parte de su pasado y que fue integrado completamente a la cultura y biología regenerativa de Gallifrey, con regeneraciones bloqueadas y sin recuerdo de su origen. No puede afirmarse entonces que haya conservado una capacidad biológica independiente sin violar el principio interno de coherencia narrativa. La única forma de salvar la existencia de Susan es aceptar que en algún punto —preciso y narrativamente definido— el Doctor sí fue fértil. Y ese punto debe situarse entre el final del arco del Fugitive Doctor y el inicio de su etapa como Primer Doctor, pues es con este último que el Doctor huye de Gallifrey acompañado de su nieta.
La etapa del Fugitive Doctor y la creación del Primer Doctor como el punto de convergencia
Para que podamos articular una posible continuidad que justifique tanto la existencia de Susan como las restricciones genéticas impuestas a los Time Lords, debemos detenernos en el intersticio que va desde el Fugitivo Doctor (introducido en la era Whittaker como una versión pre-Primer Doctor) hasta el Doctor encarnado por William Hartnell. Si asumimos que el Fugitivo Doctor es una de las últimas encarnaciones previas al Primer Doctor —y que fue en este periodo cuando al Doctor se le borró la memoria y se le impusieron las doce regeneraciones clásicas como límite artificial—, entonces el momento en que el Doctor se convierte en el Primer Doctor es también el momento en que su biología es "encapsulada", restringida y reorientada. Es posible que en ese proceso, que implicó no solo un bloqueo regenerativo sino probablemente una supresión parcial de su código genético original, la infertilidad se haya consolidado como consecuencia técnica.
Pero si esa es la hipótesis, entonces necesariamente se deduce que justo antes de ese evento (y por tanto, aún durante el periodo del Fugitivo Doctor o incluso durante una transición intermedia), el Doctor pudo haber sido fértil. Esto abriría la posibilidad de que, entre el Fugitivo Doctor y el Primer Doctor, el Doctor haya tenido una hija o un hijo, quien a su vez daría lugar a Susan. Es decir, el linaje biológico del Doctor queda comprimido en una franja de tiempo extremadamente estrecha, posiblemente situada entre su servicio para la División (Division) y su borrado de memoria y regeneración en el Primer Doctor. No se trata de una interpretación caprichosa: el propio concepto del Timeless Child y la confirmación de regeneraciones previas al Primer Doctor obligan a una reorganización completa del canon, en la que estos espacios intersticiales no pueden ser narrativamente vacíos.
Aun así, la dificultad persiste: en ningún momento se nos muestra una pareja del Doctor, ni en su etapa de División ni durante las múltiples vidas que debió haber tenido antes del Primer Doctor. No conocemos la madre (o el padre, en el caso de regeneraciones femeninas) de la descendencia que habría dado lugar a Susan. Pero esto no invalida la posibilidad. Al contrario, refuerza el carácter inexplorado del pasado oculto del Doctor. Una lectura coherente con lo ya emitido podría situar la concepción de la hija o hijo del Doctor como parte de una vida infiltrada, vivida entre misiones, durante su servicio como agente de División. Tal vida pudo haber sido borrada o sellada junto con los otros recuerdos por Tecteun. Y Susan, al ser descendiente directa, quizás fue apartada por el Doctor antes del borrado final y rescatada más tarde para ser llevada a su exilio con el Primer Doctor. Esta interpretación no sólo salva la existencia de Susan, sino que la enriquece: la convierte en la memoria viva de un pasado borrado, en la portadora de una herencia genética y afectiva que el propio Doctor ya no puede recordar completamente.
Trenzalore, las regeneraciones infinitas y el regreso de la investigadora
La otra pieza crucial para este rompecabezas narrativo se halla en el episodio de Trenzalore, donde el Undécimo Doctor, tras haber agotado sus doce regeneraciones canónicas (contando a la Guerra y al Décimo Doctor regenerado), recibe una nueva fuente de regeneraciones de parte de los Time Lords. Este acto, lejos de ser un simple recurso para prolongar la serie, tiene implicaciones mucho más profundas si se conecta con el arco del Timeless Child. La existencia de regeneraciones previas al Primer Doctor implica que el límite de doce regeneraciones no es natural, sino impuesto. Y el hecho de que los Time Lords puedan restituir esa capacidad indica que el límite puede ser eliminado, lo que efectivamente ocurre en Trenzalore. Pero ¿quiénes son los Time Lords que le otorgan este don al Doctor?
Aquí entra en juego una posibilidad que ha sido poco explorada pero que se abre como verosímil si leemos cuidadosamente el arco del Timeless Child: la investigadora Tecteun, aquella que encontró al Niño Atemporal y manipuló la biología de los habitantes de Gallifrey, podría haber seguido existiendo, sellada en el tiempo o convertida en una figura de autoridad silenciosa dentro de las esferas más ocultas del gobierno de Gallifrey. Su reapertura del código regenerativo del Doctor puede leerse, entonces, como un acto de restauración parcial de la biología original, o incluso como un intento de corregir una injusticia ontológica que ella misma inició. Si esta figura aún existe en Trenzalore —aunque no se la nombre explícitamente—, podría haber influido en la decisión de desbloquear las regeneraciones infinitas del Doctor, reestableciendo, aunque de forma acotada, su condición de Timeless Child.
Y aquí se cierra el círculo: si el Doctor recibe nuevamente regeneraciones infinitas, y si estas están relacionadas con su biología original, entonces se sugiere que la infertilidad no es necesariamente irreversible. Es posible que, como en la etapa entre el Fugitivo Doctor y el Primer Doctor, existan brechas biológicas donde el Doctor recupera, incluso sin saberlo, aspectos de su estructura original. No es seguro que esto implique fertilidad recuperada, pero sí que el límite ontológico de su cuerpo ha sido superado. Esto reabre, a nivel narrativo, la posibilidad de descendencia, de vínculos biológicos auténticos y de un linaje más profundo de lo que el canon clásico se atrevió a explorar. Susan, entonces, no es un error en la continuidad, sino el eco de una verdad biológica enterrada en el pasado del Doctor, un recordatorio vivo de que incluso la manipulación genética y la ingeniería cultural de los Time Lords no puede borrar del todo la herencia vital de un ser que, antes que Señor del Tiempo, fue un niño desconocido con la capacidad de regenerar y —quizás— de amar, engendrar y recordar.
El retorno de River Song y la clave genealógica hacia Susan Foreman
Si aceptamos como base el recorrido previamente analizado —la existencia pre-Gallifreyana del Doctor, la intervención genética que lo convierte en modelo de regeneración, la imposición de límites artificiales a sus regeneraciones y la posterior fuga del Primer Doctor acompañado de su “nieta”—, nos encontramos en una paradoja. Susan Foreman aparece como un hecho dado en la serie clásica, una presencia imposible según los nuevos cánones biológicos impuestos al Doctor moderno. No obstante, una de las herramientas narrativas más potentes y peligrosas de Doctor Who es el tiempo mismo: la causalidad invertida, los encuentros asincrónicos y la circularidad de los vínculos afectivos. Dentro de ese contexto, River Song —Melody Pond— emerge como la única figura femenina lo suficientemente compleja y simbólicamente unificada con el Doctor como para ofrecer una posible resolución a esta paradoja. No existe otra mujer en la continuidad televisiva que haya estado más íntimamente entrelazada con la historia, la identidad y el nombre mismo del Doctor.
La relación entre el Doctor y River Song está, desde su origen, cruzada por líneas temporales opuestas. River conoce al Doctor en su forma más joven cuando ella ya ha vivido casi toda su vida con él; y él, por el contrario, va descubriéndola poco a poco. Este esquema de “amor invertido” encuentra su clímax emocional en el sacrificio de River durante los eventos de Silence in the Library, pero su profundidad real se despliega a lo largo de años narrativos en los que ambos comparten aventuras, secretos, una ceremonia de matrimonio no reconocida por Gallifrey… y, lo más importante, una convivencia prolongada en las Torres Cantantes de Darillium, durante 24 años terrestres. Esa convivencia, mencionada a menudo como “la última noche” de River con el Doctor, se da justo antes de que ella viaje a su muerte y, por tanto, representa el punto más cercano a la consumación de su historia de amor. Aquí, el canon ofrece una oportunidad interpretativa potente: 24 años juntos representan un margen temporal más que razonable para la posibilidad de descendencia biológica, sobre todo si asumimos que River, como híbrido humano–Time Lord, conserva sus capacidades reproductivas intactas.
Recordemos que River fue concebida en la TARDIS, expuesta a su energía temporal, y que su capacidad de regeneración no proviene de manipulación genética gallifreyan, sino de esa exposición incidental. Esto la convierte en un ser biológicamente distinto, probablemente fértil. Si esa fertilidad se encuentra con una versión futura del Doctor —una aún más avanzada que el Undécimo, quizás el Decimosexto o Decimoséptimo, cuya biología ya haya revertido de alguna forma el bloqueo genético de los Time Lords o haya incorporado la flexibilidad del Timeless Child—, entonces no sería descabellado suponer que pudiera concebir un hijo con River Song.
La pregunta inmediata es: ¿cuándo habría ocurrido este encuentro? Sabemos que el Doctor pasa 24 años con River en Darillium, pero también sabemos que la línea temporal de River está fragmentada en múltiples puntos, y que existen diarios parcialmente destruidos, capítulos de su vida aún ocultos. Una posibilidad fuerte es que el Doctor haya encontrado una versión de River anterior a Darillium, pero posterior a The Wedding of River Song y a The Name of the Doctor, cuando aún conserva sus regeneraciones. Es precisamente en ese periodo donde puede situarse un encuentro aún no visto, tal vez con una versión del Doctor que, por razones internas a su biografía futura (que aún no se ha mostrado en pantalla), haya adoptado un rostro nuevo —como el que se ve al final de la temporada 2025— con la apariencia de Rose Tyler, sugiriendo una conexión profunda entre identidades pasadas, memoria y redención personal.
Este Doctor -que sucede a Doctor Rose- podría encontrarse con una River todavía fértil, todavía consciente de su destino, y en una de esas visitas no registradas ni por la TARDIS ni por el diario de River, engendrar al hijo que el canon nunca nos ha mostrado. Este hijo, nacido del único vínculo verdaderamente conyugal del Doctor, sería el único descendiente legítimo y, por tanto, el eslabón perdido que conecta al Doctor con Susan Foreman.
Existen dos variantes especulativas posibles para completar esta genealogía. La primera, y quizás más conservadora desde el punto de vista narrativo, plantea que este hijo habría viajado con River poco antes de que ella se dirigiera a la Biblioteca, y que en un intento de protegerlo del conocimiento de su linaje —o de algún peligro proveniente de los Señores del Tiempo, o de enemigos como los Silence— fue dejado en el pasado, en la Tierra o en algún otro planeta humanoide, donde formó su propia familia. En esta versión, Susan sería hija directa de este descendiente y llevaría el apellido Foreman por adopción o por matrimonio de su madre con un humano. Esto haría de ella una cuarta parte Time Lord, una cuarta parte humana, y una mitad híbrida única, lo cual explicaría por qué tiene sensibilidad temporal, pero no capacidades regenerativas.
La segunda hipótesis, más arriesgada pero narrativamente seductora, es que el hijo del Doctor y River, ya mayor, viaja al pasado en una misión de investigación, diplomacia o exilio, y allí se casa con una humana llamada Foreman. De esta unión nace Susan, quien es criada en Gallifrey por su abuelo —el Doctor— tras un evento trágico (muerte de sus padres, por ejemplo), en un intento de protegerla de la guerra del tiempo o de alguna persecución. Esto encajaría con el tono melancólico y protector con que el Primer Doctor trata a Susan: no como si fuera hija de otro, sino como si hubiese asumido su crianza directamente. A la vez, esto explicaría por qué Susan lo llama “abuelo” con tanta naturalidad, incluso en la Tierra, cuando ya están exiliados y se ocultan tras nombres falsos.
Lo que ambas versiones comparten es que sitúan el origen de Susan dentro de un linaje directo que no rompe el canon, sino que lo estira cuidadosamente: el Doctor, gracias a su estructura biológica pre-Time Lord y a la flexibilidad genética reabierta tras los eventos de Trenzalore, recupera en algún momento su capacidad de tener hijos. Y solo una mujer como River Song, cuya existencia ya es un puente entre lo imposible y lo real, podría ser la madre de ese hijo. El hecho de que River conozca el verdadero nombre del Doctor —hecho que solo Susan parece tratar con reverencia análoga— refuerza la legitimidad de su unión.
Además, si en algún momento del futuro el show decide —como ya ha insinuado la propia Alex Kingston— traer de vuelta a River Song, podría hacerlo con toda naturalidad argumental. Bastaría una sola línea de diálogo para justificar su regreso: “Doctor, aún no hemos vivido nuestra última noche.” En un universo tan narrativamente plástico como el de Doctor Who, el regreso de River no solo es posible: es deseable. Porque es la única figura que puede cerrar el ciclo de la genealogía del Doctor sin recurrir a artificios forzados o paradojas irresueltas. Su regreso podría incluso estar motivado por el intento de restaurar el linaje, de proteger a su descendencia, o de salvar a Susan Foreman de alguna amenaza que todavía no hemos visto.
Así, en lugar de romper el canon, esta hipótesis lo sana. Integra la multiplicidad de regeneraciones con la singularidad de un amor constante; vincula el pasado clásico con el futuro especulativo, y convierte a River Song no solo en la esposa del Doctor, sino en la madre fundacional de su descendencia. Susan Foreman, entonces, no sería un error del canon: sería su clave. El signo velado de que, aún entre la guerra, la regeneración y el tiempo roto, el Doctor tuvo una familia. Y que esa familia puede volver.
El retorno de Susan
Acto I – La revelación (Temporada Final de la Doctora actual)
Durante las últimas aventuras de la Doctora actual (Ncuti Gatwa o su siguiente versión femenina), comienzan a aparecer señales, símbolos y rastros de una identidad olvidada, un eco en la TARDIS que se niega a ser identificado. La Doctora empieza a tener breves visiones de una figura anciana, desconocida, que la llama “abuelo” en sueños. Al principio cree que se trata de una distorsión temporal o un truco de los Toymaker, pero poco a poco se da cuenta de que hay una “brecha oculta” en su línea de tiempo, una vida que había sido borrada o suprimida, no por los Señores del Tiempo, sino por ella misma.
Durante esta etapa se introduce una investigación sobre “la Jefa” —The Woman que saluda al Doctor en su muerte en The End of Time— y se reinterpreta su figura no como una encarnación de Clara Oswald ni como su madre adoptiva (teorías anteriores), sino como una manifestación simbólica de un nexo familiar perdido. La Doctora descubre una grabación en la Matrix donde aparece el rostro de Carole Ann Ford como Susan, y se da cuenta de que no puede recordar cómo la perdió, ni por qué la dejó en 1963 sin volver jamás.
Un episodio clave revelará que el rostro de Susan —el de una joven gallifreyana— aparece también en los bancos de datos de la Fundación de la División (Division Foundation) como un sujeto protegido del Nivel Rojo. Esto dispara la alarma: Susan no solo era su nieta… sino también una pieza clave del pasado anterior a Gallifrey, posiblemente incluso una descendiente de la etapa del Timeless Child.
La temporada cierra con una regeneración dramática, y la promesa de que la nueva encarnación —un Doctor masculino— se dedicará a encontrar a Susan antes de que sea demasiado tarde.
Acto II – El Reencuentro (temporada del nuevo doctor masculino)
El nuevo Doctor, que asume un tono más introspectivo y paternal (inspirado en Capaldi o McGann), comienza su búsqueda con una frase reveladora: “Tengo que volver al principio.” Se dirige a Coal Hill School, en 1963, pero descubre que Susan ya no está ahí. Rastrea sus saltos temporales y encuentra que ella ha estado viviendo intermitentemente en distintas épocas, movida por una TARDIS antigua, quizás dañada, y viviendo bajo identidades falsas para protegerse de una amenaza galáctica (Silence? Division remanente?).
Finalmente, el Doctor encuentra a Susan en el ocaso de su vida, interpretada por Carole Ann Ford. Ella vive retirada en un planeta que parece una mezcla de la Tierra y Gallifrey, cuidando una biblioteca de artefactos temporales. En un diálogo profundo y cargado de emoción, Susan le pregunta por qué nunca volvió. El Doctor, con lágrimas en los ojos, confiesa que la olvidó, no por negligencia, sino porque su memoria fue fracturada por la manipulación de la División, por el trauma del Time War, y por su decisión de esconder partes de sí mismo para sobrevivir.
Susan revela que supo quién era realmente desde siempre. Que River Song le contó, antes de morir, que ella era su descendiente directa. Que su padre —el hijo del Doctor y River— murió en una batalla contra los Remanentes del Tiempo, y que ella fue llevada por el Primer Doctor para protegerla. Por eso él se hacía llamar “abuelo”, no por costumbre, sino por deber.
Susan entonces entrega al Doctor un objeto: una esfera de regeneración que contiene una matriz genética compatible con ella. Le pide que haga con eso algo que ella no pudo: continuar el linaje.
Aquí se puede introducir la idea de que Susan tuvo descendencia, y que la Jefa es una manifestación futura de su nieta… o incluso una Susan regenerada que se sacrificó por el Doctor en alguna línea de tiempo alternativa. Así se puede dar doble significado a la escena de The End of Time: no era la madre del Doctor, ni Clara, sino una versión futura de Susan que se apareció para despedirse.
La temporada cierra con la muerte natural de Susan, pero el Doctor logra conservar su matriz genética, dejándola en custodia en la TARDIS. En el episodio final, se escucha una voz de niña en el interior de la nave diciendo: “¿Adónde vamos ahora, abuelo?”
Acto III – El Legado (Especial O Temporada Posterior)
En un especial con tono de epílogo, se muestra que el Doctor, en su edad avanzada, regresa al planeta donde dejó a Susan en su juventud. Allí, deposita la matriz genética en un ecosistema temporal, y nace una niña: una nueva Foreman. El Doctor la entrega al cuidado de una familia humana, cerrando el ciclo.
En una escena final, el Doctor se aleja, mientras una nueva figura femenina aparece —una mujer que lleva un diario azul con su nombre grabado: “Melody Foreman Song.”
Con esto, el ciclo se completa: River Song, Susan Foreman, y el Doctor han quedado conectados en una genealogía que respeta el canon, repara el pasado, y deja espacio para un futuro renovado.