La Virginidad Perpetua de María y la Asignación de San Juan como su Custodio
Reflexión
Un Análisis Integral de la Tradición, la Escritura y la Ley Judía
La Verdad que no Puede Ser Negada
Hermanos en Cristo, hoy nos reunimos ante un misterio que ha sido proclamado desde los primeros días del cristianismo, defendido por los santos y confirmado por la Iglesia: la Virginidad Perpetua de María. No es un simple título, ni una devoción particular; es una verdad inquebrantable, tejida en la trama misma del Evangelio, sostenida por la Tradición y afirmada por la razón.
Algunos han puesto en duda esta verdad, ya sea por desconocimiento de la Escritura o por haber sido conducidos por doctrinas humanas que, lejos de iluminar el alma, la sumen en la confusión. Sin embargo, la Palabra de Dios no es ambigua, y la voz de la Iglesia no se ha equivocado. Por tanto, meditemos con humildad, escuchemos con atención y contemplemos con fe esta sublime verdad: María es, fue y siempre será Virgen.
Hoy, con el auxilio del Espíritu Santo, profundizaremos en esta verdad, desmontaremos las falsas interpretaciones y veremos cómo la Ley de Dios en el Antiguo Testamento ya preparaba este misterio.
La Escritura no Puede Ser Interpretada Fuera de la Iglesia
El error de muchos hermanos que rechazan la Virginidad Perpetua de María radica en leer la Biblia sin la Iglesia que la transmitió. La Escritura no es un libro aislado, sino el fruto de la predicación apostólica. Fue la Iglesia la que, guiada por el Espíritu Santo, definió el canon de la Biblia, separando los escritos inspirados de aquellos que no lo eran. La Palabra de Dios es clara cuando afirma:
“La Iglesia del Dios viviente es columna y fundamento de la verdad” (1 Tim 3,15).
Algunos creen que basta leer la Biblia por sí mismos para comprender toda la verdad. Pero la Escritura misma nos advierte contra este error:
"Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada" (2 Pedro 1,20).
La Iglesia es la columna y fundamento de la verdad (1 Tim 3,15), y fue la Iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo, quien definió qué libros eran inspirados por Dios y cuál era su verdadero significado. Por lo tanto, la Biblia no puede interpretarse en contra de la Iglesia que la transmitió, así como un niño no puede entender la herencia de su familia si desprecia la voz de sus padres.
"... No hay razones para pensar que entonces se modificó la voluntad de permanecer virgen, que María expresó en el momento de la Anunciación Lucas 1,34. Además, el significado inmediato de las palabras «Mujer, he aquí tu hijo»... «He aquí a tu madre» Juan 19,26, que Jesús dirigió desde la cruz a María y a su discípulo favorito, implica que María no tuvo otros hijos. La palabra «primogénito» significa literalmente «un hijo no precedido por otro», y, en sí misma, no hace referencia a la existencia de otros hijos. ...La frase «hermanos de Jesús» indica «los hijos» de una María que fue discípula de Cristo Mateo 27:56 y que se describe significativamente como «la otra María» Mateo 28:1. «Son parientes cercanos de Jesús, según una expresión del Antiguo Testamento»." Calkins, Arthur Burton, Msgr. (2008). «Our Lady's Perpetual Virginity». En Miravalle, Mark I., ed. Mariology: A Guide for Priests, Deacons, Seminarians, and Consecrated Persons. Seat of Wisdom Books. ISBN 9781579183554..
Desde el Antiguo Testamento, Dios nos dejó señales de su plan. Isaías profetizó:
"He aquí que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emanuel" (Isaías 7,14).
Mateo, escribiendo bajo la inspiración del Espíritu Santo, nos confirma que esta profecía se cumplió en María (Mateo 1,23). No hay ambigüedad: la palabra utilizada significa "virgen" y no simplemente "joven mujer". La virginidad de María no es un detalle secundario; es el signo del nacimiento único y milagroso del Mesías.
La Ley de la Almanah: Prueba Bíblica de la Virginidad Perpetua de María
En la sociedad del antiguo Israel, la viudez no era simplemente una realidad personal, sino una situación jurídica y socialmente regulada. La Ley de Moisés establecía disposiciones específicas para proteger a las viudas (almanot, en hebreo) y garantizar su bienestar. En este contexto, la Ley de la Almanah (ley de la viuda) nos proporciona un testimonio claro e irrefutable de que María no tenía otros hijos y que permaneció siempre virgen.
1. ¿Qué Significaba Ser una "Almanah" en la Ley Judía?
El término hebreo "almanah" (אֲלמָנָה) significa "viuda" y aparece más de 50 veces en el Antiguo Testamento. Su significado, sin embargo, va más allá de la simple pérdida de un esposo. Como explica el Diccionario Evangélico de Teología Bíblica de Baker, en la cultura hebrea:
“La viuda en Israel era una de las personas más vulnerables, pues carecía de derechos de herencia y a menudo quedaba sin protección ni sustento. Por eso, la Ley la ponía bajo la especial protección de Dios y de la comunidad” (Éxodo 22,21-22; Deuteronomio 24,17-21).
En la mentalidad del Antiguo Testamento, una viuda sin hijos no tenía quien la defendiera legalmente ni quien preservara el nombre y la herencia de su esposo. En cambio, si tenía hijos, estos tenían la obligación legal intransferible de cuidarla.
2. Jesús y la Ley de la Almanah: María No Tenía Otros Hijos
Si aplicamos este principio a María, debemos preguntarnos:
2.1. ¿Por qué Jesús Confió a María a San Juan y No a sus "Hermanos"?
En Juan 19,26-27, Jesús, agonizando en la cruz, mira a su Madre y al discípulo amado y pronuncia sus últimas palabras sobre ella:
"Mujer, he ahí tu hijo". Luego dijo al discípulo: "He ahí tu madre".
A partir de ese momento, Juan la recibió en su casa. Si María hubiera tenido otros hijos, esta acción de Jesús habría sido: Contraria a la Ley Judía, que obligaba a los hijos biológicos a cuidar de su madre; Un insulto a sus supuestos hermanos, al omitirlos completamente en esta responsabilidad. En la cultura judía, una madre viuda solo quedaba desamparada si no tenía hijos. La única explicación para que Jesús confiara a su madre a San Juan es que María no tenía otros hijos.
"Dios es el defensor de la viuda" (Deuteronomio 10,18), y en la cruz Jesús, como Dios hecho hombre, actúa conforme a esta ley, asegurando que María, sin hijos biológicos, reciba la protección de su discípulo más fiel"
2.2. Objeción Protestante: "Los Hermanos de Jesús no Creían en Él"
- Algunos intentan argumentar que Jesús no confió a María a sus "hermanos" porque eran incrédulos en ese momento (Juan 7,5). Sin embargo, este argumento no resiste el análisis:La Ley de Moisés no permitía que una madre viuda fuera desamparada por la incredulidad de sus hijos. La obligación de cuidar a una viuda no dependía de la fe, sino del vínculo sanguíneo.
- Después de la resurrección, "los hermanos de Jesús" se convirtieron (Hechos 1,14), pero aun así María siguió bajo el cuidado de Juan. Si realmente hubieran sido sus hijos, habrían reclamado su derecho y deber de protegerla.
- En el Nuevo Testamento, no hay ni un solo versículo donde María sea llamada "madre" de los llamados "hermanos de Jesús".
La Ley del Levirato y la Perpetua Virginidad de María
Otro aspecto de la Ley de la Almanah era el matrimonio levirático (Deuteronomio 25,5-10), que establecía que si una mujer quedaba viuda y no tenía hijos, el hermano del esposo debía casarse con ella para darle descendencia y preservar la línea familiar. Si María hubiera sido solo una viuda común, sin un voto de virginidad, según la Ley, habría sido desposada con otro hombre para engendrar más hijos. Sin embargo, el Evangelio nos muestra que María nunca volvió a casarse ni tuvo más hijos, lo que indica que su matrimonio con José fue único y sagrado, marcado por la consagración total a Dios. Este principio concuerda con el testimonio de la Iglesia primitiva, que siempre defendió la Virginidad Perpetua de María.
La Ley de la Almanah como Prueba Irrefutable
La Ley de la Almanah, lejos de ser un simple detalle de la legislación mosaica, es una prueba contundente de la Virginidad Perpetua de María.
- María no tenía otros hijos, porque Jesús la confió a San Juan.
- María era una viuda sin descendencia propia, lo que demuestra que Jesús fue su único Hijo.
- María nunca se casó nuevamente, lo que confirma su consagración total a Dios.
Así, tanto la Biblia como la Tradición confirman que María fue, es y será siempre la Virgen Madre de Dios.
"Así se cumplió la profecía del salmo: La Verdad ha nacido de la tierra. María fue virgen antes de concebir y después del parto". (San Agustín, Sermón 191,2).
"Creamos, pues, en Jesucristo, nuestro Señor, nacido del Espíritu Santo y de la virgen María. Pues también la misma bienaventurada María concibió creyendo a quien alumbró creyendo" (San Agustin, Sermon 215,4).
"Esta puerta estará cerrada, no se abrirá, y nadie pasará por ella. Porque el Señor, Dios de Israel, ha entrado por ella (Ezequiel 44:2). ¿Qué significa esta puerta cerrada en la casa del Señor, sino que María será siempre inviolable? ¿Qué significa que «nadie la cruzará», salvo que José no la conozca? ¿Y qué significa esto? "Sólo el Señor entra y sale por ella”, ¿acaso el Espíritu Santo la impregnará y de ella nacerá el Señor de los ángeles? ¿Y qué significa esto de “Estará cerrado para siempre”, sino que María es Virgen antes de su nacimiento, Virgen en su nacimiento y Virgen después de su nacimiento?" San Agustín sobre la virginidad perpetua de María en las Escrituras.¡Alabado sea Dios, que ha escogido para sí una Madre sin mancha, siempre Virgen, digna morada del Verbo eterno! ¡Amén!" San Agustín sobre la virginidad perpetua de María en las Escrituras.
"Lo uno y lo otro me he propuesto hacer en este tratado. Que me ayude Cristo, hijo de virgen y esposo de vírgenes, nacido físicamente de seno virginal y unido espiritualmente en desposorio virginal. Si, según palabras del Apóstol 4, también la Iglesia es, en su totalidad, virgen desposada con un único varón, Cristo, ¡de cuánto honor son dignos aquellos miembros suyos que guardan hasta en la carne lo que guarda en la fe toda ella, imitando a la madre de su esposo y señor! En efecto, también la Iglesia es virgen y madre. Pues, si no es virgen, ¿de quién es la integridad por la que miramos? O, si no es madre, ¿de quién son hijos aquellos a los que hablamos? María dio a luz corporalmente a la cabeza de este cuerpo, la Iglesia da a luz espiritualmente a los miembros de esa cabeza. En ninguna de las dos la virginidad impide la fecundidad; ni en una ni en otra la fecundidad aja la virginidad. Por tanto, considerando que la Iglesia entera es santa en el cuerpo y en el espíritu, pero no toda ella es virgen en el cuerpo, aunque sí en el espíritu, ¡cuánto más santa será en aquellos miembros en que es virgen en el cuerpo y en el espíritu!" (San Agustín, La Santa Virginidad, 2).
"¿Qué eres tú que vas a dar a luz luego? ¿Cómo lo has merecido? ¿De dónde lo recibiste? ¿Cómo va a formarse en ti quien te hizo a ti? ¿De dónde —repito— te ha llegado bien tan grande? Eres virgen, eres santa, has hecho un voto; pero es muy grande lo que has merecido; mejor, lo que has recibido. ¿Cómo, pues, lo has merecido? Se forma en ti quien te hizo a ti; se hace en ti aquel por quien fuiste hecha tú; más aún, aquel por quien fue hecho el cielo y la tierra, por quien fueron hechas todas las cosas ; en ti, la Palabra se hace carne recibiendo la carne, pero sin perder la divinidad. Hasta la Palabra se junta y se une con la carne, y tu seno es el tálamo de tan gran matrimonio; vuelvo a repetirlo: tu seno es el tálamo de tan gran matrimonio, es decir, de la unión de la Palabra y de la carne; de él procede el mismo esposo como de su lecho nupcial. Concebido te encontró virgen; nacido te deja virgen. Te otorga la fecundidad sin privarte de la integridad. ¿De dónde te ha venido? ¿Quizá parezca insolente al interrogar así a la virgen y pulsar casi inoportunamente con estas mis palabras a sus castos oídos. Mas veo que la virgen, llena de rubor, me responde no obstante y me alecciona: «¿Me preguntas de dónde me ha venido todo esto? Me ruborizo al responderte acerca de mi bien; escucha el saludo del ángel y reconoce en mí tu salvación. Cree a quien yo he creído. Me preguntas de dónde me ha llegado esto. Que el ángel te dé la respuesta». —Dime, ángel, ¿de dónde le ha llegado eso a María?—, dije cuando la saludé: Salve, llena de gracia." (San Agustín, Sermon 191,6).
María, Siempre Virgen: La Verdad Confirmada por Cristo en la Cruz
Jesús Confirma la Virginidad Perpetua de María en la Cruz
Hermanos, contemplemos la grandeza de las palabras de Cristo en su agonía. A punto de entregar su espíritu, en el momento más solemne de la historia de la humanidad, el Señor realiza un acto que no puede ser entendido solo con lógica humana, sino que debe ser iluminado por la fe y la revelación divina:
"Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su casa" (Jn 19,26-27).
Estas palabras no son un simple gesto de afecto. Son una proclamación teológica, una revelación, un signo divino.
1.1. El Deber Legal de los Hijos Según la Ley de Moisés
La Ley no permitía que la incredulidad anulara la obligación filial. Un hijo incrédulo seguía estando legalmente obligado a cuidar de su madre. Después de la resurrección, los "hermanos de Jesús" se convirtieron (Hch 1,14), pero María continuó bajo el cuidado de Juan. Si fueran sus hijos, habrían asumido su deber.
- La Escritura nunca llama a María "madre de los hermanos de Jesús", solo "madre de Jesús".
- Los "Hermanos de Jesús": Un Malentendido que se Derrumba
- Génesis 13,8: Abraham llama "hermano" a Lot, aunque era su sobrino.
- 1 Crónicas 23,22: Se menciona a los hijos de Cis como "hermanos" de los hijos de Eleazar, aunque eran primos.
En la Ley de Moisés, los hijos varones tenían la obligación sagrada de cuidar de su madre viuda. El abandono de esta responsabilidad no era una opción; era una transgresión grave de la Ley de Dios:
"Maldito sea el que viole el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda" (Dt 27,19).
Si María hubiera tenido otros hijos, habría sido inconcebible que Jesús la confiara a Juan. Esto habría significado ignorar y desheredar a sus propios hermanos, algo impensable para un judío fiel a la Ley. Además, la Ley de la Almanah (viuda) dejaba claro que una madre sin hijos varones quedaba sin protección social y jurídica, lo que hacía necesaria su entrega a un pariente o protector. Si Jesús confía a su madre a Juan, es porque no tiene más hermanos biológicos. Este acto de Cristo no es accidental: es la prueba silenciosa, pero contundente, de que María solo tuvo un Hijo: Jesús.
Objeción: "Los Hermanos de Jesús No Creían en Él"
Algunos intentan argumentar que Jesús no confió a María a sus "hermanos" porque ellos no creían en Él (Jn 7,5). Pero este argumento se desmorona por tres razones: El único motivo por el cual Jesús entrega a su Madre a Juan es porque María no tenía otros hijos. Uno de los mayores obstáculos que encuentran muchos para aceptar la Virginidad Perpetua de María es la mención de los llamados "hermanos de Jesús" en la Escritura.
"¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?" (Mt 13,55).
A simple vista, parecería que Jesús tenía hermanos biológicos. Sin embargo, cuando analizamos el contexto bíblico y la cultura semítica, este argumento se derrumba. "Hermano" en la Biblia No Significa Siempre "Hijo de la Misma Madre". En hebreo y arameo, no existía una palabra específica para "primo". Por eso, los términos "hermano" (aj en hebreo, adelphos en griego) se usaban para referirse a parientes cercanos, como primos o incluso miembros del mismo clan. Ejemplos en la Biblia: Si aplicáramos el mismo razonamiento que los opositores de la virginidad de María, tendríamos que decir que Abraham se equivocó al llamar "hermano" a su sobrino. Pero no hay error alguno: es simplemente la forma en que se hablaba en el mundo semítico.
¿Quiénes Eran los Llamados "Hermanos de Jesús"?
Los evangelios nos dan la clave. En Marcos 6,3 se mencionan cuatro hombres como "hermanos" de Jesús: Santiago, José, Judas y Simón. Pero en Marcos 15,40, descubrimos algo revelador:
"Había también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas María Magdalena, María, madre de Santiago el Menor y de José, y Salomé".
Aquí vemos que Santiago y José eran hijos de otra María, no de la Virgen. Entonces, los llamados "hermanos de Jesús" eran en realidad sus primos o parientes cercanos.
La Tradición: La Voz de los Primeros Cristianos
Desde los primeros siglos del cristianismo, los discípulos de los apóstoles testificaron que María no tuvo otros hijos y permaneció virgen.
- San Ignacio de Antioquía (†107 d.C.), discípulo de San Juan, se refiere a María como "la Virgen", sin hacer distinción temporal.
- San Justino Mártir (†165 d.C.) enseña que María permaneció virgen como Eva antes del pecado.
- San Ireneo de Lyon (†202 d.C.) proclama que María es la "Nueva Eva", lo que implica una virginidad total y consagrada.
- San Jerónimo (†420 d.C.), en su refutación a Helvidio, demuestra que los "hermanos" de Jesús eran en realidad primos, basándose en el contexto bíblico y cultural.
- Concilio de Letrán (649 d.C.): Define la virginidad de María "antes, durante y después" del parto.
- Concilio de Éfeso (431 d.C.): Afirma que María es Theotokos (Madre de Dios), resaltando su consagración total.
- Magisterio de la Iglesia: Ha enseñado ininterrumpidamente la Virginidad Perpetua de María, desde los primeros siglos hasta hoy.
La Iglesia no ha inventado esta doctrina, sino que ha sido fiel a la enseñanza de los apóstoles y a la Sagrada Escritura. Si la Iglesia primitiva, más cercana a los tiempos apostólicos, enseñó unánimemente la Virginidad Perpetua de María, ¿quién se atrevería hoy a negar lo que los santos y mártires proclamaron?
La Fe Nos Conduce a la Verdad
Hermanos, la fe no se basa en opiniones humanas, sino en la verdad revelada por Dios.
- La Escritura confirma la Virginidad Perpetua de María: Jesús la confía a Juan porque no tenía otros hijos.
- El concepto de "hermanos" en la Biblia es amplio y puede referirse a primos o parientes.
- La Iglesia primitiva, más cercana a los apóstoles, proclamó siempre la virginidad de María.
La Virginidad Perpetua de María no es un detalle menor, sino un reflejo del carácter único y santo de Cristo. María no tuvo otros hijos porque su único Hijo es el Unigénito de Dios. Su virginidad no es una limitación, sino una proclamación: su maternidad es divina, su entrega es total, su misión es única. La Iglesia ha hablado, la Escritura lo confirma, la Tradición lo testifica. Ante estas evidencias, solo hay dos caminos: aceptar la verdad o cerrarse a ella.
"María es, fue y será siempre la Virgen Madre de Dios"
¡Alabado sea el Señor por su perfecta obra! Amén.