CONCEPTOS FILOSÓFICOS EN LA METAFÍSICA TOMISTA
Filosofia y Teología.
La metafísica tomista, desarrollada por Santo Tomás de Aquino a partir de las ideas de Aristóteles, constituye una de las tradiciones filosóficas más influyentes para comprender el ser y la realidad. En su núcleo, esta corriente explora conceptos fundamentales como el ser (esse), el ente (ens), la sustancia, el acto y la potencia, que permiten desentrañar la estructura de la existencia. Santo Tomás distingue entre el acto de ser (actus essendi) y la esencia (quidditas), afirmando que en los seres creados la esencia y el ser son distintos, ya que su existencia depende de otro (Dios). En cambio, en Dios, la esencia y el ser son idénticos, lo que lo convierte en el Ser por sí mismo (Ipsum Esse Subsistens), absolutamente necesario y no dependiente de nada para existir [1-9].
Esta distinción ontológica entre esencia y existencia es clave para entender la contingencia de los seres finitos y la necesidad de un Ser Absoluto que sea la causa de su existencia [1, 4, 6]. Además, la metafísica tomista introduce la noción de ente como aquello que tiene ser, destacando que todos los seres participan del ser, pero no de la misma manera [2, 7, 10-16]. Mientras que los seres creados son compuestos de acto y potencia, Dios es Acto Puro (Actus Purus), sin potencialidad alguna, lo que fundamenta su inmutabilidad y eternidad [16]. Estos principios no solo ofrecen una estructura racional para comprender la realidad, sino que también sientan las bases para una profunda reflexión teológica, especialmente en la comprensión de Dios como Ser Necesario y en la doctrina de la Trinidad [12-15].
CONCEPTOS
1. El Ser (Esse) y su Relación con la
Esencia
El ser (esse)
es el principio fundamental de todo lo que existe. Santo Tomás distingue entre
el acto de ser (actus essendi) y la esencia (quidditas).
En los seres creados, la esencia y el ser son distintos, ya que su existencia
depende de otro (Dios). En cambio, en Dios, la esencia y el ser son idénticos:
Él es el Ser por sí mismo (Ipsum Esse Subsistens). Esta
identidad implica que Dios no depende de nada para existir, siendo el Ser
Necesario [1-9]. Esta distinción es crucial porque explica la contingencia de
los seres creados y la necesidad de un Ser Absoluto que sea la causa de su
existencia. Como señala Marenghi (2018), la distinción real entre esencia y
existencia en los seres finitos es una de las contribuciones más importantes de
Tomás de Aquino a la metafísica [1].
2. El Ente (Ens) y su Participación en
el Ser
El ente (ens)
se define como aquello que tiene ser. Todos los seres participan del ser, pero
no de la misma manera. En los seres creados, el ente es una sustancia que
existe en sí misma, pero depende de Dios para su existencia. En Dios, el ente
es absolutamente simple, sin composición de partes ni potencialidad [2, 10]. Esta
idea de participación en el ser es fundamental para entender la dependencia
ontológica de los seres finitos respecto a Dios. Como afirma Daros (1978), el
ente creado no posee el ser por sí mismo, sino que lo recibe de Dios, quien es
el único Ente necesario [7].
3. Sustancia y su Relación con la
Esencia y Existencia
La sustancia es
aquello que existe en sí mismo y no en otro. En los seres creados, la sustancia
está compuesta de esencia (lo que algo es) y existencia (el
hecho de que algo es). En Dios, no hay tal distinción: Él es una sustancia
absolutamente simple, sin partes ni composición [3, 11]. Esta simplicidad
divina es clave para entender la naturaleza de Dios como Ser Necesario. Como
explica Taylor (2023), la simplicidad de Dios implica que en Él no hay división
ni potencialidad, lo que lo distingue radicalmente de los seres creados [11].
4. Acto y Potencia: La Dinámica del
Cambio
La distinción
entre acto (lo que algo es actualmente) y potencia (lo
que algo puede llegar a ser) es central en la metafísica tomista. Los seres
finitos combinan acto y potencia, lo que explica el cambio y la posibilidad de
perfeccionamiento. Dios, en cambio, es Acto Puro (Actus
Purus), sin potencialidad alguna [16]. Esta doctrina permite entender la
causalidad y la dependencia ontológica de los seres contingentes respecto a un
Ser Necesario. Como señala Rhoda (2017), el Acto Puro es la plenitud de ser, lo
que fundamenta la inmutabilidad y eternidad de Dios [16].
5. Esencia y Existencia: La Dependencia
de los Seres Finitos
La esencia responde
a la pregunta "¿qué es?", mientras que la existencia responde
a "¿existe realmente?". En los seres creados, la esencia no implica
necesariamente la existencia, por lo que requieren una causa para existir. En
Dios, no hay distinción entre esencia y existencia: Él es su propio ser [8,
12]. Esta distinción es fundamental para entender la contingencia del mundo y
la necesidad de un Ser Absoluto. Como explica Yangali Núñez (2022), la
identidad entre esencia y existencia en Dios es lo que lo convierte en el
fundamento último de toda realidad [4].
6. La Trinidad y las Relaciones
Subsistentes
En la metafísica
tomista, la Trinidad se explica a través de las relaciones subsistentes dentro
de la única sustancia divina. Las tres Personas (Padre, Hijo y Espíritu Santo)
no se diferencian por sustancia, sino por relaciones de origen: el Padre
engendra al Hijo, y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo [4, 7, 15,
23-25]. Esta explicación evita el politeísmo y mantiene la unidad de Dios. Como
señala Martí Andrés (2017), las Personas divinas son relaciones reales dentro
de la esencia divina, lo que permite entender la Trinidad sin dividir la
sustancia de Dios [31].
7. La Analogía de San Agustín: La
Trinidad en el Alma Humana
San Agustín propone
una analogía para entender la Trinidad a través de las facultades del alma
humana: memoria (Padre), inteligencia (Hijo)
y voluntad (Espíritu Santo). Estas tres facultades son distintas,
pero pertenecen a una misma alma, reflejando la unidad y distinción en la
Trinidad [23-25]. Esta analogía ayuda a comprender cómo pueden coexistir tres
Personas en un solo Dios sin contradicción lógica. Como explica Ordenes Morales
(2022), la Trinidad es un misterio que se refleja en la estructura misma del
ser humano [25].
8. La Persona según Boecio: Sustancia
Individual de Naturaleza Racional
Boecio define la persona como una "sustancia individual de naturaleza racional". Esta definición aplica tanto a los seres humanos como a las Personas divinas. En Dios, las Personas son relaciones subsistentes dentro de la esencia divina, lo que evita el politeísmo y mantiene la unidad de Dios [31]. Esta definición es fundamental para entender la naturaleza de las Personas divinas y su relación con la esencia de Dios. Como señala Echauri (1975), la persona es un ser completo, individual y subsistente, lo que aplica tanto a los seres humanos como a las Personas de la Trinidad [29]. La noción de persona ha sido objeto de profunda reflexión en la filosofía y la teología, especialmente en la tradición tomista. Según la definición clásica de Boecio, la persona es una "sustancia individual de naturaleza racional". Esto implica que la persona es un ser completo en sí mismo, individual y subsistente, dotado de la capacidad de razonar y actuar de manera consciente y moral.
DESARROLLO
La metafísica tomista, desarrollada por Santo Tomás de Aquino, nos ofrece un marco conceptual profundo para entender la realidad a través de términos como ser, ente, sustancia, acto y potencia. Comencemos con el ser (esse), que es el principio fundamental de todo lo que existe. Imagina un árbol: su ser es el hecho de que existe, su acto de ser. Sin embargo, el árbol no existe por sí mismo; su existencia depende de causas externas, como la semilla que lo originó, el agua que lo nutre y el sol que lo alimenta. En cambio, Dios es el Ser por sí mismo (Ipsum Esse Subsistens), es decir, no depende de nada para existir. Su esencia es idéntica a su existencia, lo que lo convierte en el fundamento último de todo lo que existe [1-9]. El ente (ens) se refiere a aquello que tiene ser. Por ejemplo, una montaña, un río o un ser humano son entes porque participan del ser. Sin embargo, no todos los entes poseen el ser de la misma manera. Un ser humano, por ejemplo, tiene un nivel de complejidad y racionalidad que lo distingue de una roca. En Dios, el ente es absolutamente simple: no hay composición de partes ni potencialidad, lo que lo hace único y necesario [2, 7, 10].
La sustancia es aquello que existe en sí mismo y no en otro. Piensa en una estatua de mármol: su sustancia es el mármol mismo, que existe independientemente de la forma que adopte. En los seres creados, la sustancia está compuesta de esencia (lo que algo es) y existencia (el hecho de que algo es). Por ejemplo, la esencia de un gato es su "gatidad", lo que lo hace ser un gato, mientras que su existencia es el hecho de que ese gato está vivo y presente en el mundo. En Dios, no hay tal distinción: Él es su propia esencia y existencia, lo que lo hace absolutamente simple y sin composición [3, 11]. La distinción entre acto y potencia es fundamental para entender el cambio y la perfección. Un niño, por ejemplo, está en acto como niño, pero en potencia como adulto. Tiene la capacidad de crecer y desarrollarse, pero aún no ha actualizado esa potencialidad. En cambio, Dios es Acto Puro (Actus Purus), es decir, no tiene potencialidad alguna. Él es plenitud de ser, sin cambio ni imperfección. Esto explica por qué Dios es inmutable y eterno, a diferencia de los seres creados, que están en constante proceso de actualización [16].
La esencia responde a la pregunta "¿qué es?", mientras que la existencia responde a "¿existe realmente?". Por ejemplo, la esencia de un pájaro es su naturaleza como ser volador, con plumas y alas, pero su existencia es el hecho de que ese pájaro está vivo y volando en este momento. En los seres creados, la esencia no implica necesariamente la existencia: un pájaro podría no existir si no hubiera sido creado. En Dios, sin embargo, no hay distinción entre esencia y existencia: Él es su propio ser, lo que lo convierte en el Ser Necesario y la causa primera de todo lo que existe [8, 12]. Finalmente, la noción de persona nos ayuda a entender tanto al ser humano como a las Personas divinas. Según Boecio, la persona es una "sustancia individual de naturaleza racional". Un feto, por ejemplo, es persona porque tiene una naturaleza humana completa, con la potencialidad de desarrollar racionalidad. En Dios, las Personas divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo) no son sustancias separadas, sino relaciones subsistentes dentro de la única sustancia divina. Estas relaciones no dividen la naturaleza de Dios, sino que expresan la riqueza interior de la vida trinitaria [4, 7, 15, 23-25, 31]. En contraste, los animales irracionales, aunque son seres individuales y completos, no pueden ser considerados personas porque carecen de una naturaleza racional. Un perro, por ejemplo, puede ser inteligente y tener instintos, pero no posee la capacidad de razonar, reflexionar o actuar moralmente como lo hace un ser humano. Por tanto, la racionalidad es el criterio que distingue a la persona, tanto en el ámbito humano como en el divino [31].
Aplicación al Ser Humano
En el caso del ser humano, esta definición se aplica desde el momento de la concepción. Un feto, por ejemplo, es un ser completo en desarrollo, con una naturaleza humana que incluye la potencialidad de la racionalidad. Aunque aún no ha desarrollado plenamente su capacidad de razonar, posee una esencia humana que lo distingue como persona. Su individualidad está marcada por su código genético único, y su subsistencia radica en que existe por sí mismo, aunque dependa de su madre para su desarrollo. Así, el feto es persona porque posee una naturaleza racional en potencia, lo que lo distingue de los seres no racionales [31].
Aplicación a las Personas Divinas
En el caso de las Personas divinas (Padre, Hijo y Espíritu Santo), la definición de persona adquiere un matiz distinto. En Dios, las Personas no son sustancias separadas, sino relaciones subsistentes dentro de la única sustancia divina. Cada Persona divina es una relación real de origen: el Padre es el principio sin principio, el Hijo es engendrado por el Padre, y el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Estas relaciones no dividen la naturaleza divina, sino que expresan la riqueza interior de la vida trinitaria. Así, las Personas divinas son personas no por ser individuos separados, sino por ser relaciones subsistentes dentro de la esencia única de Dios [4, 7, 15, 23-25].
Por qué los Animales Irracionales no son Personas
Los animales irracionales, aunque son seres individuales y completos en sí mismos, no pueden ser considerados personas porque carecen de una naturaleza racional. La racionalidad es la capacidad de pensar, reflexionar, tomar decisiones conscientes y actuar moralmente, lo que distingue al ser humano como persona. Los animales, aunque pueden tener instintos y ciertos niveles de conciencia, no poseen la capacidad de razonar ni de actuar con libertad moral. Por tanto, no cumplen con la definición de persona como "sustancia individual de naturaleza racional" [31].
CONCLUSIÓN
La metafísica tomista ofrece una estructura racional y coherente para entender la realidad a través de conceptos como ser, ente, sustancia, acto y potencia. La distinción entre esencia y existencia explica la dependencia de los seres finitos respecto a un Ser Absoluto, mientras que la doctrina del Acto Puro fundamenta la necesidad de un Ser Necesario. Estos principios, junto con la comprensión de la Trinidad como relaciones subsistentes, muestran la armonía entre fe y razón en la teología católica. La interrelación de estos conceptos no solo ilumina la naturaleza de Dios y la creación, sino que también ofrece un marco filosófico para entender la realidad en su totalidad. Como concluye Manser (1947), la metafísica tomista es una síntesis profunda y sistemática que continúa siendo relevante en la filosofía y teología contemporáneas.
La noción
de persona, tanto en el ser humano como en las Personas divinas, se fundamenta
en la capacidad de ser un individuo completo, subsistente y dotado de
racionalidad. Mientras que el ser humano es persona por su naturaleza racional
(ya sea en acto o en potencia), las Personas divinas lo son por ser relaciones
subsistentes dentro de la esencia única de Dios. Los animales irracionales, al
carecer de racionalidad, no pueden ser considerados personas, lo que subraya la
dignidad única del ser humano y la naturaleza trascendente de las Personas
divinas. Esta distinción no solo ilumina la naturaleza del ser humano y de
Dios, sino que también resalta la importancia de la racionalidad como criterio
fundamental para definir la persona, tanto en el ámbito filosófico como
teológico.
REFERENCIAS
- Marenghi, C. (2018). Distinción real y
diferencia ontológica en Tomás de Aquino.
- Forment Giralt, E. (1983). El esse en Santo
Tomás.
- Echauri, R. (1996). La noción del esse en los
primeros escritos de Santo Tomás.
- Yangali Núñez, O. E. (2022). El ser y la
esencia desde Tomás de Aquino.
- de Porras Guardo, A. (2011). La relación entre
esencia y existencia.
- Irizar, L. B. (2009). El ser y su ser en Tomás
de Aquino.
- Daros, W. R. (1978). Nota sobre el concepto de
Ente.
- Kimel, A. (2016). Ipsum Esse Subsistens: The
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conocimiento de Dios desde la analogía del ser.
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concepto de ente en Tomás de Aquino.
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Aristóteles.
- Tomás de Aquino. Sobre la Simplicidad de Dios.
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