Odisea de un servidor público

En verso y crítica, a manera de sátira.

Oh, musa, inspira esta pluma cansada,
que alza su voz en la jornada olvidada.
Desde el año de gracia dos mil trece,
mi senda, en la salud pública, perece.
La medicina, madre de saber y desvelo,
se torna en látigo, no en consuelo. 

Del internado, un reino de espinas, donde el fervor del joven se avecina. Con pasión desbordante y energía pura, asume tareas con fe y sin censura. 

Los residentes, señores del momento, imponen su mando con cruel descontento."Escribe, sella, firma en mi nombre, y que en el olvido tu esfuerzo se esconde."

Así avanza el general, sin rango ni voz,
cargando el peso que el sistema dejó.
Con la promesa de no ser tirano,
y honrar el oficio con su propia mano.

Pero al llegar al puesto que soñaba,
se topa con jefes que su deber olvidaban.
Central, vías, catéteres coloca,
mientras el especialista, en la sombra, evoca.
Se quiebra el principio que la ley consagra:
igual labor, igual paga que no se paga
.

La Constitución, reliquia sagrada,
queda en letra muerta, desamparada.
Principios nobles, derechos justos,
mas el poder los reduce a sustos.
“Aplica lo que favorezca al trabajador”,
pero en los pasillos reina el temor.

¿Ascenso? ¡Quimera en esta odisea!
El mérito no brilla en la azalea.
Notas al azar, dictadas por capricho,
si caes en desgracia, ¡qué desdicha!
Demandas ganadas en tribunales justos,
pero el abuso persiste en círculos ocultos.

La pandemia, epopeya de héroes caídos,
donde juramentos fueron sufridos.
Cuerpos exhaustos, mentes quebradas,
vidas humanas, cuentas saldadas.
Y tras la tormenta, olvido mordaz,
el héroe de ayer, hoy un número más.

Capacitaciones en días de sosiego,
donde el descanso se torna en juego.
Email en jornada de desconexión,
y el derecho se queda en pura ficción.
¿Horas extras? “¡No hay presupuesto!”
Y el servidor calla, amargo y molesto.

Oh, sistema, ruina de esperanza,
donde el ideal se vuelve tardanza.
Diez años de tablas salariales,
gobiernos que ignoran clamor de mortales.
Las altas esferas, en su trono dorado,
se perpetúan, y el cambio es negado.

Hoy fui a la cita, bajo mi medicación,
y hallé la biblioteca en desolación.
Nadie avisó que la reunión cesaba,
y mi tiempo, en vano, se desangraba.
¿Es este respeto al servidor fiel?
¿O burla de un sistema cruel?

Oh, musa, canta esta amarga verdad,
de un servidor que clama por dignidad.
Que la ley no sea utopía en el papel,
y la justicia, un sueño que nunca se ve.
Que el derecho se cumpla con plena equidad,
y el trabajador reciba la humanidad.

Oh, laberinto de leyes y normas, donde el servidor se enreda en formas. Entra con sueños, sale con llagas, la esperanza se trueca en mortajas.

¿Dónde está la promesa dorada,del bien común y la patria honrada? El sello, el símbolo de su poder,un dios menor que manda a hacer. Recetas, informes, firmar la vida, y al general se le olvida. ‘Tú eres mis manos’, dicen con desdén, mientras en su trono descansan también.

En el año de la peste sombría,
el médico fue luz y guía.
Sin armas, sin fuerzas, sin compasión,
luchó en la batalla con resignación.
Pero los héroes caen en el olvido,
y su esfuerzo es polvo en lo vivido.

Oh, Constitución, promesa vacía,
tu letra es noble, mas nadie la guía.
‘Igualdad’, dices en pomposo papel,
mas en la praxis reina el tropel.
El servidor grita: ‘¡No soy esclavo!’,
y el sistema responde: ‘Calla y sé bravo.’

Levanta la frente, servidor cansado,
tu lucha es justa, tu honor no ha callado.
Unidos los brazos, una sola voz,
que tiemble el sistema ante vuestro clamor.
No más cadenas, no más desdén,
la dignidad es el único tren.

"¿Quién osa alzar su voz en el ruedo,
reclamar derechos, exponer el credo?
Oh, necio servidor, tu osadía es fatal,
pues el sistema no perdona, ni muestra piedad."

El reclamo, semilla de la verdad,
es visto como insurrección y maldad.
Los jefes murmuran en sus aposentos,
“Ese rebelde, ¡bórrenlo en los vientos!”.

Y comienza la cacería, lenta pero cruel,
el trabajador justo camina en hiel.
Se le acusa de falta, de negligencia,
cuando su único pecado es la conciencia.

¿Sobretiempo, dices? ¿Sobrecargo, exiges?
Calla, mortal, no sueñes con lo que no dirigen.
La ley, un poema que nadie recita,
sus versos no cuentan, su canto es ceniza."

El correo no llega, la reunión se posterga,
pero tu hoja de vida en rumores navega.
“Es conflictivo”, susurran entre dientes,
y pronto tus méritos quedan ausentes.

Y cuando la sentencia llega al final,
el despido es cruel, pero no anormal.
“Falta presupuesto, reajuste anual”,
y el justo se queda en un limbo abismal.

¿Dónde está el pago? ¿Dónde está el resarcir?
Oh, sistema, ¿hasta cuándo el sufrir?
Se llena tu bolsa con el sudor ajeno,
pero a tus siervos les niegas hasta el terreno."

Los héroes de pandemia, en sus tumbas descansan,
y los vivos, aún luchando, se cansan.
De salarios congelados, de derechos mancillados,
de un Estado sordo a sus gritos callados.

Y así se cierra la historia del justo,
que alzó la voz en un mundo injusto.
Mas su grito no muere, ni su eco cesa,
es semilla de lucha, de una nueva empresa.

Oh, musa, calla, pero no olvides,
la injusticia que hoy nuestras voces miden.
Que la verdad sea lanza, y la ley un escudo,
y el sistema, algún día, pierda su absurdo
.

"Y cuando se topa con la dura verdad, que la justicia solo llega al que puede demandar. El abogado, oráculo del derecho, cobra su precio y pone su sello estrecho. Mas, ¿qué del justo sin oro en la mano,que no puede pagar el peso del arcano?" 

Los que no tenemos para aforar, esperamos milagros que nunca han de llegar. Reclamamos al viento, al silencio y la nada, con la esperanza vana de justicia sagrada.

"Oh, divino beneplácito del Hijo Encarnado,
que los corazones de los hombres haya tocado.
Que las manos que hoy administran salud,
se muevan al fin con verdad y virtud."

Pero la espera es larga, y la espada cae,
la carta de despido al justo desmaya.
Por reclamar lo debido, por alzar la razón,
se le castiga con cruel desolación.

"Así el sistema sigue su danza inhumana,
ahoga al justo, lo reduce a la nada.
Y el sueño de igualdad, un poema vacío,
que flota sin rumbo en un mundo sombrío .
Y cuando al fin despierte la naciónY el pueblo despertará a su misión, los muros caerán con nuestro clamor . No más cadenas, no más opresión, la dignidad será ley, no ilusión."

 

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