Omnibus Hispaniæ in mundo
Opinión
A todos los hispanos del mundo:
La voz de la Hispanidad resuena en cada rincón de nuestra geografía, en cada lengua que compartimos, en la fe que nos une y en la historia común que nos ha forjado como una civilización única. En un tiempo en que el mundo se fragmenta, nuestras raíces hispánicas nos convocan a defender y restaurar una visión de unidad y trascendencia que supere las divisiones modernas.
Hoy, frente a las amenazas de un mundo cada vez más individualista y materialista, recordamos la monarquía hispana que nos legaron los Reyes Católicos: una federación de reinos soberanos, no un imperio, un modelo que priorizaba el bien común y la defensa de la fe. La monarquía que proponemos restaurar no es la del estado absolutista ni la del “Rey Sol”, sino la de una federación de reinos, similar a la que existió durante los 200 años de esplendor de Hispanoamérica y la península. Esta monarquía respetaba las particularidades de cada reino, pero trabajaba de manera conjunta bajo los principios de justicia, unidad y prosperidad común.
La restauración de este modelo no es un anhelo nostálgico, sino un proyecto para el futuro. Queremos recuperar una federación hispánica, unida no por la fuerza de una autoridad centralizada, sino por la fraternidad y el respeto mutuo entre los pueblos que la componen. La verdadera Hispanidad, aquella forjada bajo la orientación de los Reyes Católicos, nos invita a unirnos en una federación de reinos, donde cada nación conserva su soberanía, pero se compromete al bienestar colectivo y al proyecto común.
La monarquía hispánica que defendemos fue un ejemplo de equilibrio y moderación. No se trataba de una monarquía centralizada, sino de una unión de reinos que, bajo el liderazgo de los Reyes Católicos, supieron mantener un equilibrio entre la diversidad regional y la unidad de la causa común. El rey no era un soberano absoluto, sino un guardián de la unidad y símbolo de justicia. La restauración que proponemos no busca un retorno al absolutismo, sino la recuperación de una unidad federal que respetaba los fueros de cada reino y garantizaba una administración común en asuntos clave como la defensa, la fe y la prosperidad económica.
Ete modelo de monarquía, que no fue un imperio sino una federación de reinos, es lo que aspiramos a devolver a la Hispanoamérica actual. No buscamos la opresión de los pueblos ni la imposición de un gobierno centralizado, sino la construcción de una comunidad de naciones que compartan una historia común, una fe común y un destino común. A través de esta federación, podremos enfrentar los retos contemporáneos sin renunciar a nuestra identidad ni a nuestros valores.
Para hacer realidad este proyecto, proponemos la restauración de una monarquía en la que el rey se erija como el símbolo de unidad y jefe supremo de las fuerzas armadas y del gobierno, equilibrando el poder con los designados por elección popular para garantizar una continuidad histórica. El poder real se reparte entre los reinos, en consonancia con las decisiones tomadas en común. Esta federación de reinos hispánicos no es solo un proyecto político, sino una reafirmación de los valores que nos han definido como pueblo: la fe católica, el respeto por el orden natural y la defensa del bien común. Bajo este sistema, cada nación mantendría su soberanía interna, pero se comprometería a una administración conjunta en los temas esenciales, como la defensa de la fe, la protección de la dignidad humana y la promoción de la justicia social.
La Hispanidad, en este contexto, no es una unión de naciones dominadas por una potencia central, sino una comunidad de pueblos que se apoyan mutuamente en su búsqueda del bien común, siempre bajo la protección de la fe católica. Los Reyes Católicos fundaron una monarquía basada en la cooperación y el respeto entre los reinos, y ese es el modelo que aspiramos a restaurar: una república de reinos que no sea una carga para ninguno de sus miembros, sino una oportunidad para todos de crecer en la unidad y la prosperidad.
Nos enfrentamos a un mundo cada vez más inclinado hacia la desintegración y el relativismo, pero nuestra historia y nuestra fe nos han enseñado que la unidad es posible. La fraternidad entre los pueblos hispánicos es una tarea que debemos llevar a cabo para restaurar nuestra grandeza. No proponemos la restauración de un sistema obsoleto ni de un poder centralizado; lo que buscamos es un modelo de unidad federal bajo una monarquía en la que el rey no represente un poder absoluto, sino la continuidad de nuestra identidad y la garantía de nuestros principios comunes.
La restauración de esta Hispanidad unida no es solo un proyecto político, sino un acto de fe que nos devuelve a nuestras raíces y nos invita a mirar al futuro con esperanza. Solo a través de la restauración de la monarquía como una federación de reinos, tal como la vivieron los Reyes Católicos, podremos ser testigos de un renacimiento de la Hispanidad, capaz de iluminar al mundo con el ejemplo de una civilización que honra sus tradiciones y se mantiene firme en su compromiso con la verdad y la justicia.
A todos los hispanos del mundo, los invitamos a unirnos en esta causa, no como un regreso al pasado, sino como un paso firme hacia un futuro donde nuestra identidad y nuestra fe sean los pilares de una gran federación de naciones hispánicas, donde la libertad, la justicia y la fraternidad entre nuestros pueblos se conviertan en los principios rectores de nuestro destino.
El objetivo es devolver a la política su dignidad, para que sea el más noble de los servicios a los reinos de las Españas, alejada de la ambición del poder personal y enfocada en el bienestar colectivo.
Galo Guillermo Farfán Cano
Guayaquil, Ecuador.