Un lamentable exabrupto diplomático sin precedentes
El incidente ocurrido el 5 y 6 de abril de 2024 en la embajada de México en Quito, Ecuador, representa sin duda un grave exabrupto a la escuela diplomática y un quiebre sin precedentes en las relaciones entre estos dos países hermanos.
La decisión del gobierno mexicano, encabezado por el presidente López Obrador, de otorgar asilo diplomático a un individuo condenado por actos de corrupción en Ecuador ha sido un error de graves consecuencias. México, inmerso en su propia lucha contra el narcotráfico y la corrupción política, debería haber sido el primero en facilitar la entrega de aquellos perseguidos por la justicia ecuatoriana, en lugar de convertirse en un refugio para quienes buscan evadir la acción de la ley.
No obstante, la respuesta del gobierno ecuatoriano tampoco estuvo exenta de fallos. La irrupción de fuerzas policiales en la embajada mexicana, si bien no se trató de fuerzas militares, constituyó una violación flagrante de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y del principio de inviolabilidad de las misiones diplomáticas. Esta acción, atribuible al presidente Noboa, será sin duda objeto de severas críticas y reproches internacionales.
Es lamentable que una disputa de esta naturaleza haya escalado hasta tal punto, convirtiéndose en una violación mutua de acuerdos y principios diplomáticos fundamentales. México incurrió en un error al brindar asilo a un individuo manchado por acusaciones y sentencias de corrupción, contribuyendo así a la impunidad y socavando los esfuerzos de la justicia ecuatoriana. Por su parte, Ecuador respondió de manera igualmente reprochable al violar la integridad de la embajada mexicana, territorio designado para representar a una nación hermana, hija del Imperio Hispano y la Corona de Castilla.
Este incidente es consecuencia de las tensiones y divisiones que han persistido en la región desde las secesiones y guerras fratricidas del siglo XIX hasta finales del siglo XX. Es una muestra más de la necesidad imperiosa de fortalecer los lazos de cooperación, respeto mutuo y solución pacífica de controversias entre naciones que comparten un pasado y un legado común.
Ambos gobiernos deben asumir su responsabilidad en esta crisis diplomática y trabajar de manera urgente para restablecer el diálogo y la confianza mutua. Sólo a través del entendimiento y el compromiso con los principios del derecho internacional se podrá superar este lamentable episodio y evitar que situaciones similares vuelvan a poner en riesgo la estabilidad y las relaciones fraternales entre estos dos pueblos hermanos.
Galo Farfan Cano, MD. MProf.
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