El Soviet Ecuatoriano

 

"Lavandose las Manos y Subiendo Impuestos"

En la sabiduría popular de nuestras abuelas, encontramos a menudo perlas de verdad que resonaron a través de las generaciones. Una de esas perlas es la expresión de "lavarse las manos como Poncio Pilato". Esta frase encuentra un eco sorprendentemente actual en la dinámica de la Asamblea Nacional de Ecuador, que a menudo parece más un Soviet que un órgano legislativo, donde las decisiones impopulares se toman bajo el manto de la ambigüedad y la falta de consenso.

En este "Soviet Ecuatoriano", las artimañas políticas son moneda corriente. Se adopta el viejo truco de pasar decisiones políticamente impopulares bajo el disfraz del "Ministerio de la Ley", lo que equivale a lavarse las manos y atribuir las acciones a otras figuras. Tal como decía mi abuela, culpar a "Fulano" o justificar las decisiones como órdenes de "Sutano" se ha vuelto la norma en la Asamblea Nacional.

En el centro de este drama político se encuentra la lucha contra el narcotráfico y el abultado déficit fiscal de un Estado inflado, donde la falta de consenso y la ausencia de una atención pública eficiente son las cartas de presentación. La realidad es que el pueblo, desprovisto de servicios de salud pública adecuados, paga las consecuencias. Más del 80% de la población enfrenta la dura realidad de la muerte prematura debido a la falta de recursos en el sistema de salud.

La controversia se desata al discutir soluciones para el déficit. En un giro de ironía, la medida más popular adoptada por el presidente es la impopular subida de impuestos. Aunque políticamente arriesgada, la decisión de aumentar los impuestos se percibe como un parche necesario para cubrir los agujeros dejados por la mala gestión de los últimos 30 años y la corrupción sistémica.

Sin embargo, esta decisión también se convierte en una pantalla de humo que oculta las verdaderas raíces del problema. La carga recae en los hombros de los funcionarios de base, que trabajan a menudo sin pago de horas extras, mientras que los directivos, en muchas ocasiones, disfrutan de sueldos inflados y jornadas laborales más cortas. Esta disparidad revela una brecha ética que solo perpetúa el ciclo de desconfianza entre la ciudadanía y sus representantes.

En última instancia, la Asamblea Nacional debe ir más allá de lavarse las manos y adoptar medidas concretas para abordar la corrupción, mejorar la eficiencia del Estado y garantizar que las decisiones impopulares se tomen con transparencia y responsabilidad. Subir impuestos puede ser una solución temporal, pero la verdadera solidez de la nación ecuatoriana radica en la voluntad de sus líderes para tomar decisiones difíciles y hacer frente a los desafíos estructurales que han persistido durante demasiado tiempo. La ciudadanía merece más que un lavado de manos simbólico; necesita un compromiso real con un futuro más justo y próspero.

En este peculiar "Soviet Ecuatoriano", donde las decisiones impopulares se deslizan hábilmente bajo la alfombra del "Ministerio de la Ley", y los impuestos suben como actores secundarios en un teatro de excusas, la Asamblea Nacional parece empeñada en emular a Poncio Pilato en una versión moderna de lavado de manos. Mientras los funcionarios de base trabajan incansablemente sin compensación justa, los directivos disfrutan de salarios abultados y jornadas laborales que harían sonrojar a la siesta de una tortuga. Pero claro, subir impuestos es la solución brillante que, como una capa de pintura en una pared con grietas, intenta ocultar la decadencia estructural del sistema. Es como si el "Soviet Ecuatoriano" estuviera organizando un desfile de ironías, donde la transparencia y la responsabilidad son los disfraces olvidados en el armario legislativo. En este juego de malabares políticos, la ciudadanía merece más que un espectáculo de manos lavadas; necesita un compromiso real con la construcción de un futuro donde la ineptitud y la corrupción sean cosas del pasado. ¡Bravo, Asamblea Nacional, por el arte del autoengaño!

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