Falsi Christi Refutatio

Reflexión

Una Advertencia Contra los Falsos Cristos

Hermanos y hermanas en Cristo:

Con profundo amor y sincera preocupación, me dirijo a ustedes para exhortar nuestra fe en medio de los desafíos actuales, recordando el ejemplo del apóstol Pablo, quien escribió a los gálatas: “Estoy asombrado de que tan pronto estén abandonando al que los llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente” (Gálatas 1,6). Hoy, al igual que en aquellos tiempos, enfrentamos la amenaza de falsos maestros y profetas, quienes, disfrazados de portadores de la verdad, desvían a los fieles del camino de la salvación.

No olvidemos las palabras de nuestro Señor Jesús: “Porque se levantarán falsos cristos y falsos profetas, y harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos” (Mateo 24,24). Recordemos, asimismo, que aquellos líderes, como Jim Jones, Marshall Applewhite y David Koresh, prometieron salvación y revelación, pero en su vanidad y engaño llevaron a sus seguidores a la perdición. Estos no son mártires apostólicos, sino víctimas de un engaño mortal.

Hermanos y hermanas, se nos llama a permanecer firmes en la verdadera fe, cimentados en las enseñanzas de los apóstoles y profetas, con Cristo Jesús como la piedra angular (Efesios 2,20). No nos dejemos engañar por quienes buscan su propia gloria, manipulando en nombre de una falsa salvación; ellos son instrumentos del adversario, destinados a sembrar división y confusión.

Así como los mártires de la Iglesia primitiva se aferraron a la verdad de Cristo hasta la muerte, nosotros debemos sostener la fe, rechazando cualquier evangelio que no sea el de Jesucristo crucificado y resucitado. Oremos fervientemente para que el Espíritu Santo nos conceda discernimiento y sabiduría, de modo que podamos identificar y repeler las falsas doctrinas que se presentan como luz.

Asimismo, estemos alerta ante aquellos que, bajo el disfraz de apóstoles de la verdad, intentan fomentar el cisma o contaminar la sagrada Tradición de nuestra fe, tal como nos advirtió San Pablo en 2 Corintios 11,13-15. Es imperativo que, en nuestra fidelidad a la Sede de Pedro, recordemos que la comunión con el Papa es esencial para nuestra unidad (CIC 882).

Nuestro compromiso con Roma no es una autodefensa ciega, sino la defensa de la verdad revelada y la misión de reconvertir a los que se han apartado, guiándolos hacia la salvación. Como reza el antiguo proverbio: “Roma locuta, causa finita est”, lo que significa que las palabras de Roma, basadas en la sabiduría apostólica, cierran la discusión en cuestiones fundamentales.

Asimismo, “ubi Petrus, ibi ecclesia”: donde está Pedro, allí está la Iglesia. Este principio, consagrado en el Magisterio y en la tradición, nos llama a ser guardianes de la unidad y la fidelidad a la enseñanza de Cristo, reconociendo que “extra ecclesiam nulla salus” –fuera de la Iglesia no hay salvación–, una verdad que nos exhorta a mantenernos en comunión con la Sede de Pedro.

Por tanto, permanezcamos unidos en oración, fe y obediencia al Magisterio, confiando en que la verdad de Cristo prevalecerá. Nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra los principados, potestades y huestes espirituales de maldad (Efesios 6,12). Que el Espíritu Santo nos fortalezca, para que podamos perseverar en la fe, guiados por la luz de Cristo.

In necessariis unitas, in dubiis libertas, in omnibus caritas: en lo esencial, unidad; en lo dudoso, libertad; en todo, caridad. Que nuestra fidelidad a la Sede de Pedro sea siempre un signo de nuestra unidad en Cristo y que la devoción a la Tradición nos mantenga firmes en la fe transmitida desde los apóstoles.

En Cristo, nuestra roca y salvación,
Galo Guillermo Farfán Cano,
Laico de la Santa Romana Iglesia Católica

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