Veritas, Peccatum, Redemptio in Christo

 Tesoreros de la Fe y la Compasión: 

Sobre la Verdad, el Pecado y la Salvación en Cristo

Desde tiempos inmemoriales, el concepto del pecado ha ocupado un lugar central en la cosmovisión religiosa y ética de la humanidad. En la perspectiva bíblica, el pecado se presenta como una transgresión de la voluntad divina, un alejamiento de la senda de rectitud y un obstáculo en el camino hacia la comunión con Dios. Las Sagradas Escrituras nos revelan que, desde el pecado original en el Jardín del Edén, la humanidad ha luchado con la inclinación al pecado, una lucha que se manifiesta en diversos actos y comportamientos que ofenden la santidad de Dios.

Los Santos Padres de la Iglesia, eruditos teológicos y espirituales de los primeros siglos del cristianismo, profundizaron en la comprensión del pecado desde una perspectiva cristiana. Consideraban al pecado como una ruptura en la relación entre Dios y el hombre, una caída de la gracia divina y una herida en el alma humana. Su enseñanza subrayaba la necesidad de la penitencia y la reconciliación como vías para la restauración de la relación con Dios y la purificación del alma. A través de sus escritos y enseñanzas, los Santos Padres ofrecieron una visión rica y profunda sobre el pecado y su impacto en la vida espiritual del individuo.

En este contexto, exploraremos la perspectiva bíblica y las enseñanzas de los Santos Padres sobre el pecado, su naturaleza y sus consecuencias. A través de este análisis, buscamos arrojar luz sobre la comprensión de esta realidad fundamental en la experiencia humana y su significado en el contexto de la fe cristiana.

Antiguo Testamento (Levítico):

1. Levítico 18,22 (Hebreo):

   - Texto literal: "Y con un varón no te acostarás como con mujer; es abominación."

   - Conclusión: Según la traducción literal, este versículo condena las relaciones sexuales entre hombres como una "abominación".

2. Levítico 20,13 (Hebreo):

   - Texto literal: "Y si un hombre se acuesta con un varón como los que se acuestan con una mujer, ambos han hecho abominación; ciertamente han de morir. Su culpa de sangre está sobre ellos."

   - Conclusión: Nuevamente, según la traducción literal, este versículo condena las relaciones sexuales entre hombres como una "abominación" y prescribe la pena de muerte.

Nuevo Testamento (Romanos):

3. Romanos 1,26-27 (Griego):

   - Texto en griego (Romanos 1,26): "Διὰ τοῦτο παρέδωκεν αὐτοὺς ὁ Θεὸς εἰς πάθη ἀτιμίας· αἵ τε γὰρ θήλειαι αὐτῶν μετήλλαξαν τὴν φυσικὴν χρῆσιν εἰς τὴν παρὰ φύσιν"

   - Transliteración (Romanos 1,26): "Dia touto paredoken autous ho Theos eis pathē atimias; hai te gar thēleiai autōn metēllaxan tēn physikēn chrēsin eis tēn para physin."

   - Traducción literal (Romanos 1,26): "Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza."


- Texto en griego (Romanos 1,27): "καί ὁμοίως καὶ οἱ ἄρσενες, ἀφέντες τὴν φυσικὴν χρῆσιν τῆς θηλείας, ἐξεκαύθησαν ἐν τῇ ὀρέξει αὐτῶν εἰς ἀλλήλους, ἄρσενες ἐν ἄρσεσιν τὴν ἀσχημοσύνην κατεργαζόμενοι καὶ τὴν ἀντιμισθίαν ἣν ἔδει τῆς πλάνης αὐτῶν ἐν ἑαυτοῖς ἀπολαμβάνοντες."

   - Transliteración (Romanos 1,27): "Kai homoiōs kai hoi arsenes, aphentes tēn physikēn chrēsin tēs thēleias, exekauthēsan en tē orexei autōn eis allēlous, arsenes en arsesin tēn aschēmosynēn katergazomenoi kai tēn antimisthian hēn edei tēs planēs autōn en eautois apolambanontes."

   - Traducción literal (Romanos 1,27): "Y de la misma manera, también los hombres abandonaron el uso natural de la mujer y se encendieron en sus deseos unos con otros, cometiendo actos vergonzosos entre hombres y recibiendo en sí mismos el castigo que merecía su extravío."

Desde una interpretación literal de estos versículos en el Nuevo Testamento, también se concluye que condenan las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo como algo "contra naturaleza" y "vergonzoso". En resumen, si nos atenemos a la literalidad de los textos bíblicos citados en Levítico y Romanos, se puede argumentar que las relaciones entre personas del mismo sexo son condenadas en la Biblia.

Basándonos en el análisis anterior y en las enseñanzas literales de Jesús de Nazaret, se puede destacar que algunos pasajes de la Biblia, como los citados en Levítico y Romanos, condenan las relaciones entre personas del mismo sexo. Sin embargo, en las enseñanzas de Jesús, se encuentra un mensaje de esperanza y redención para todos los pecadores, incluyendo aquellos que han cometido pecados sexuales.

Jesús enfatizó la importancia del arrepentimiento y el abandono del pecado en sus enseñanzas. Él llamó a las personas al arrepentimiento y les ofreció la posibilidad de ser perdonados y redimidos. A través de sus enseñanzas sobre la misericordia y el amor de Dios, Jesús brindó esperanza a aquellos que habían caído en el pecado, animándolos a buscar una vida en conformidad con la voluntad de Dios.

En este contexto, se enseña que, si una persona ha cometido pecados sexuales, incluyendo aquellos condenados en los versículos citados, tiene la oportunidad de arrepentirse sinceramente, abandonar esos pecados y esforzarse por no volver a caer en ellos. Según las enseñanzas de Jesús, la reconciliación con Dios es posible a través del arrepentimiento genuino y la búsqueda de una vida en línea con los principios y valores del cristianismo.

Así, mientras que la Biblia contiene condenas de ciertos comportamientos, incluyendo las relaciones homosexuales en algunos pasajes, las enseñanzas de Jesús ofrecen la esperanza de la salvación a través del arrepentimiento y la búsqueda de una vida en conformidad con la voluntad de Dios. Esto refleja el mensaje central del cristianismo de amor, perdón y redención para todos los pecadores.

Esta es la postura tradicional de la Iglesia Católica, que se basa en una interpretación literal de los textos bíblicos citados en Levítico y Romanos. Esta interpretación no debe confundirse con la evolución social de la época de persecución en los siglos VI al XIX, en la cual la sociedad y muchos miembros de la Iglesia veían esta conducta como un delito y la castigaban no solo como pecado, sino también con penas que podían llevar a la muerte de los implicados. Esta postura se mantiene como una enseñanza teológica dentro de la Iglesia Católica.

Desde una perspectiva católica, la autoaceptación de la sexualidad y sus comportamientos es un tema que debe abordarse con atención a la enseñanza de la Iglesia y a las enseñanzas de Cristo. La Iglesia católica enseña que cada persona tiene una dignidad intrínseca y un valor inmenso, independientemente de sus luchas y caídas en el pecado. Sin embargo, también sostiene que los actos sexuales deben estar en conformidad con la voluntad de Dios, como se revela en las Sagradas Escrituras y la enseñanza de la Iglesia.

La autoaceptación no debe ser vista como una justificación para el pecado, sino como un reconocimiento de la realidad de la condición humana. Todos somos pecadores y necesitamos la misericordia divina. En lugar de caer en la concupiscencia y alejarse de la comunidad de fe, los creyentes están llamados a reconocer su debilidad y buscar la reconciliación con Dios a través del arrepentimiento y la confesión de los pecados.

La Iglesia católica invita a sus fieles a vivir una vida de virtud y a buscar la santidad en medio de las tentaciones y debilidades humanas. Esto implica un esfuerzo constante por vivir de acuerdo con las enseñanzas de Cristo, incluso en el área de la sexualidad. La autoaceptación no debe ser un pretexto para alejarse de la enseñanza de la Iglesia, sino un reconocimiento de la necesidad de la gracia divina y el esfuerzo personal para vivir en conformidad con la verdad revelada en Cristo.

En la enseñanza católica, la redención está disponible para todos los pecadores, sin importar su orientación sexual. La Iglesia reconoce la debilidad humana y la realidad del pecado en la vida de las personas. La clave para la redención es el arrepentimiento y la búsqueda de la reconciliación con Dios a través del Sacramento de la Reconciliación (Confesión).

La Iglesia distingue entre el pecado en sí y el pecador. Condena el pecado como una transgresión de la voluntad de Dios, pero no condena al pecador en sí mismo. La misericordia de Dios está disponible para aquellos que se arrepienten sinceramente y buscan la gracia del perdón.

En cuanto a la enseñanza de los Santos Padres y el Evangelio, ambos enfatizan la importancia del arrepentimiento y la redención. Jesús mismo dijo que no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores al arrepentimiento (Lucas 5,32). Los Santos Padres de la Iglesia, como San Agustín, San Juan Crisóstomo y San Gregorio Magno, han hablado sobre la importancia de la confesión y la misericordia divina.

La Tradición eclesial, hasta el Concilio de Trento y más allá, ha mantenido esta enseñanza sobre la posibilidad de redención para los pecadores. El Concilio de Trento, en sus enseñanzas sobre el Sacramento de la Penitencia, subraya la importancia de la confesión y el arrepentimiento.

La Iglesia católica enseña que la redención está disponible para todos los pecadores, incluyendo aquellos que luchan con la homosexualidad u otras orientaciones sexuales. El enfoque está en el arrepentimiento y la búsqueda de la gracia de Dios, y no en condenar al pecador en sí mismo. La Tradición de la Iglesia y las enseñanzas de los Santos Padres respaldan esta perspectiva.

La postura sinodal en el contexto del Sínodo Alemán, en relación con la homosexualidad, ha generado discusiones y tensiones dentro de la Iglesia católica. Es importante abordar estas discusiones desde la perspectiva de la corrección fraterna y el llamado a mantener la recta doctrina y la tradición católica.

La corrección fraterna es un principio importante en la Iglesia, que implica la responsabilidad de los miembros de la comunidad de fe de corregir y guiar a aquellos que puedan estar en desacuerdo con la enseñanza de la Iglesia. En este contexto, es relevante señalar que la enseñanza tradicional de la Iglesia católica sostiene que la homosexualidad practicada es considerada un pecado.

La Iglesia, a través de su autoridad magisterial, ha mantenido consistentemente esta enseñanza a lo largo de los siglos. Por lo tanto, es un llamado a la corrección fraterna cuando se presentan posturas que parecen estar en desacuerdo con la doctrina católica establecida. Esto se hace en un espíritu de amor y preocupación por la integridad de la fe y la fidelidad a la enseñanza de Cristo.

En este proceso sinodal, es esencial recordar que ni el Papa ni ningún sínodo local tienen la autoridad de modificar lo que la Iglesia considera pecado y lo que no lo es, ya que esto se basa en la revelación divina y la tradición. Por lo tanto, el llamado es a mantenerse fieles a la recta doctrina y la tradición católica, buscando una comprensión más profunda y una pastoral que refleje la verdad y la misericordia de Cristo sin comprometer la enseñanza establecida.

Galo Guillermo Farfan Cano


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